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Loc: Zaragoza
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Etimológicamente, la cimera es una quimera. Los caballeros, al principio para impresionar a sus enemigos y después por estética y sentido de la identidad, han adornado sus morriones y escudos con figuras casi siempre imaginarias. Todos habrían querido tener una Gorgona que, con sólo la mirada, petrificase a sus contrincantes. Por su forma o por el prestigio de quien lo exhibe, el animal imaginario está destinado a influir psicológicamente, lo que no es poco, en el combate y en las relaciones aristocráticas. José María de Montells nos invita a adentrarnos por una floresta quimérica. En ella nos saldrán al paso bestias legendarias de los más diversos pelajes cuyos nombres aprenderemos. En las páginas de este Diccionario, junto a definiciones tradicionales, podemos encontrarnos con otras sorprendentes, en las que, de la mano del humor, los monstruos abandonan los escudos de armas e irrumpen en el mundo cotidiano, volviéndose tan reales y domésticos como nuestros animales de compañía.