A lo largo del relato que propone este libro vamos descubriendo un Gallur íntimo, que respira por sí mismo, como un ente autónomo. Al igual que un organismo vivo renueva sus células cada cierto tiempo, aquí cambian los rostros, los nombres, las modas, pero permanecen las esperanzas e ilusiones, las mismas ganas de vivir, los mismos retos. Se mantiene el escenario, imperecedero, y las fotografías se solapan unas tras otras sin apenas cambios. Algunos nombres desaparecen, surgen otros nuevos, integrados hasta la médula en los mismos sentires, seducidos por gaitas y danzantes. Y es que las fiestas son el pegamento imprescindible, la venganza de los sueños, la ruptura de las normas, el triunfo de los sentidos. Todo es pura vida.